domingo, 13 de octubre de 2013

Nuestra gastronomía de antaño: Postres calientes

Postres: plato de sabor dulce (generalmente) que es servido al final de una comida. Es nuestro broche de oro para dicha cena que celebramos ante algún acontecimiento importante, por lo que se le da una gran importancia y dedicación, buscando sabores, combinando otros y ajustando texturas en base a un sin fin de productos y variedades que podemos elegir.

Nuestra base de postres o dulces se inicia con nuestra colonización, en donde los españoles traen consigo la costumbre de los postres a nuestras tierras, además un dulce típico chileno nace con la llegada de la caña de azúcar, según "Apuntes para la historia de la cocina chilena", a las tierras de La ligua y que en la hacienda de la Quintrala era cultivada.

Es así como, los afamados dulces de “La Ligua”, el arroz con leche o leche nevada o asada fueron dando forma a nuestro recetario local de postres. Es por esto que llama la atención el libro "La buena mesa", Biblia de la cocina chilena (para muchos, hasta en día de hoy), quien fue escrito por Olga Budge Zañartu o más bien conocida como Olga Budge de Edwards, haciendo referencia a su esposo Agustín Edwards Mac-Clure, gran político y empresario fundador de "El mercurio", "La estrella de Valparaíso", entre otros. Y es en base a este libro y su autora que escribo nuevamente, específicamente en referencia al capítulo de "postres calientes" ya que como veremos más adelante, habla de diversos temas gastronómicos, recetas y tips de la época.

Sobre la autora:
Olga Budge de Edwards
                 Fuente: http://www.ed.cl
Olga Budge Zañartu, era su nombre de soltera. Hija del ingeniero Enrique Budge Prats y de Carolina Zañartu del Río, creció en un ambiente tranquilo y acomodado, siendo la única mujer entre tres hermanos más. Siempre la trataron como reina. Ya en su adolescencia, se comentaba que era una de las mujeres más bonitas, cultas y elegantes de su época. Su encanto le robó el corazón a Agustín Edwars Mac-Clure, quien en 1898 terminaría siendo su esposo, quien terminaría como heredero de su padre y de todas sus empresas, sin embargo, Olga no se quedó atrás. Se involucró en los negocios y la política de su marido, por lo que Londres, París y Europa en general, formaron parte de su hogar. Es así como en su estadía en Santiago como en Viña del Mar las amenizaba con grandes eventos sociales de mantel largo simplemente por gusto y entretención, lo que finalmente se vería traducido en 1930 en la escritura del prólogo del libro "La buena mesa" para realizarse su publicación en 1933, sin llegar a imaginarse que se convertiría en la Biblia de la cocina chilena que por años ha sabido subsistir.

"La buena mesa" no sólo incluía una gran cantidad de recetas novedosas, sino también consejos útiles, técnicas, dietas para adelgazar, menús semanales y explicación de términos culinarios, especialmente franceses. Para Olga la gran gracia del libro es que estaba destinado a todo público, incluso a aquellas mujeres que se metían por primera vez a la cocina. Compartió todas sus recetas de guisos (chilenos, franceses, ingleses y peruanos), dulces, tortas, panes y cócteles.

Fue tan destacada la obra que inmortalizó en papel Olga Budge, que por 30 años se ha re-editado recogiendo el recetario lo que más se puedo. En 1997, tras 12 años de trabajo y un gran aporte personal, Rosario Valdés revisó y completo el libro (también a re editado "Apuntes para la historia de la cocina chilena"). Es así como reúne alrededor de 1.500 recetas de platos (120 de huevos, sin contar tortillas y diversas combinaciones, 14 de congrio y otras tantas de langosta, y 40 tortas aproximadamente), además de las de tragos, "picoteos", salsas y otros complementos, tanto para la comida familiar como para recibir. Además, cuenta con numerosas preparaciones criollas, que recetarios anteriores no daban la importancia necesaria en comparación a aquellas recetas que venían de la clásica Francia.

Luego de conocer la base y el trasfondo de "La buena mesa", nos dedicaremos a ella y como se dijo anteriormente, enfocado en el capítulo de "postres calientes". En dicho apartado, se encuentra un total de 24 recetas, muchas de ellas ya conocidas y preparadas en nuestro tradicional menú nacional, pero hay otras que se han olvidado, acortado o simplemente el conocimiento y las técnicas de cocina hoy en día las han transformado.
Inicia con el ya tradicional "arroz con leche", pero...sorpresa!!!!, un postre tan simple que hemos comido desde pequeños, en este libro se le agrega un "toque" especial que hoy en día muy pocos hacen. Como base plátanos y bizcocho, luego el apetecido arroz con leche para luego terminar con merengue. Para muchos un poco "pesado" para consumir al final de una comida, pero no hay que negar que es una delicia.

RECETA:

Fuente: "La buena mesa", "postres calientes" (Pág. 436-441)
    
La lista sigue y encontramos productos como camotes, flanes, soufflés de variados sabores y una gran cantidad de postres con frutas como: frutillas, manzanas, peras, plátanos, etc. Pero hay que destacar una característica que tienen casi todos estos postres en común: lo "afrancesado" de sus nombres y técnicas. Los Soufflé, "Duraznos flambes" o la técnica del merengue italiano nombrado en la receta de "peras o manzanas rellenas". 
Esta última receta, también conocida y consumida por muchos (por no decir casi todo el país), también tiene una variación, el relleno. Este último es una crema como lo dice el libro, pero que nosotros hoy en día conocemos como "crema pastelera", eso sí, destacar que no lleva el espesante de maicena.

RECETA:

Fuente: "La buena mesa", "postres calientes" (Pág. 436-441)

 Como conclusión personal a este análisis de "La buena mesa", especialmente a nuestros primeros postres de antaño registrados en papel, me sorprende la trascendencia de algunos postres como el "arroz con leche" o las "manzanas rellenas" que han acompañado nuestra infancia y seguirán acompañado a generaciones futuras. Además de los nombres y técnicas como las nombradas "merengue italiano", "crema pastelera" o la primera parte del "soufflé de chocolate" que se asemeja a la preparación de una "masa choux".

La cocina chilena, tiene un origen que determinó nuestro pueblo araucano y la colonización, pero personas como Olga Budge de Edwards logró transmitir con su libro técnicas y grandes preparaciones de nuestra antigua gastronomía nacional y de la alta sociedad europea que consumían, por lo que nuestra gastronomía y en este caso nuestros postres han sabido homogenizarse con los diversos aportes de diferentes culturas a lo largo de nuestra historia, es por eso que hay que rescatar y reproducir nuestros verdaderos productos y recetas que han pasado de generación en generación y que mejor que empezar con nuestra antigua y desconocida  literatura gastronómica.

“La gastronomía es una disciplina que necesita su toque de ilustración y su pizca de acicate crítico. Padecemos una inflación de recetarios y programas de cocina, y no parece que el sufrido televidente ni el curioso lector puedan procesar tanta información; en cambio, es necesario recuperar la página escrita y reflexionar de dónde venimos y adónde vamos gastronómicamente hablando.”
Fuente: Crítica de la razón gastronómica, Javier Pérez Escohotado. 

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